En la tarde de este domingo fue la despedida de don Víctor Acevedo Daza (QEPD) tras una misa realizada en la Iglesia La Matriz de Curicó, la que contó con una importante presencia del mundo corralero, que le dio el último adiós a "Don Vito", una despedida a la chilena para la "Voz del Rodeo".

Tras la ceremonia religiosa, que tuvo la voz de Carmencita Valdés en el canto, "Don Vito" recibió un homenaje en las afueras de la iglesia con un pie de cueca, y luego fue acompañado al campo santo por una caravana de huasos de a caballo.

Luis Oyarzún, histórico reportero y comunicador curicano, contó a CaballoyRodeo que "lo despidieron sus hermanos, Iván, Juan Antonio y José Luis; y Sergio Cardemil a nombre de la Asociación Agua Negra. Luego un grupo de Huasos, encabezados por Sergio Cardemil, lo acompañaron por Yungay, Estado y la Alameda hasta la salida a la Ruta 5 Sur y después por Lontué hasta el Cementerio Parroquial de Molina, donde fue sepultado en el mausoleo familiar".

Así partió don Víctor, con la sentida despedida de su familia, sus amigos y el mundo huaso.

Voz inconfundible

Víctor Acevedo fue un destacado corralero, dirigente, jurado y siempre recordado secretario de tantos Campeonatos Nacionales y las máximas fiestas corraleras, y el cronista y fotógrafo Vicente Pérez Alarcón lo recordó de esta forma a través de redes sociales:

"La voz profunda de don Víctor Acevedo Daza se quedó en silencio el día de ayer. Nacido Huaso de los antiguos en su tierra curicana fue un hombre que consagró su vida al rodeo, la dirigencia, los caballos y a sus amigos. Poseedor de una voz inconfundible, acampada y autoritaria, fue el secretario de todos los rodeos y también del Campeonato Nacional.

Vitoco se elevó al potrero grande de los recuerdos solo un tiempo después de su amigo don Toño Fuenzalida, una collera de grandes viejos con los que compartí por última vez en un cariñoso homenaje que recibí de parte del Club de Rodeo Romeral, organizado por mi amigo y eterno presidente del club que su padre fundó, Carlos Barra Leiva.

Adiós Vitoco querido, amigo de rodeos y conversaciones largas; con tu partida el rodeo queda en silencio al llevarse la negra muerte tu voz dejándonos sin escuchar tus potentes órdenes "En nombre de Dios, vamos corriendo", o "Dele toro capataz, y también tu rezongo de "El Rodeo es nuestro señores...".

Abraza a los huasos del más allá en nuestro nombre".