- Reportaje recopilado de la sección de las Asociaciones del Anuario de la Federación Criadores de Caballos Raza Chilena de 2016.

Tras 15 años en la crianza del caballo chileno, Rodrigo Henríquez confiesa que está en un constante aprendizaje y que eso le ha permitido ir mejorando sus productos. Es así como tras entrar en el rodeo muy lentamente, hoy ya se ve con los ejemplares del Criadero Doña Gume en exposiciones.

Sus inicios en la crianza fueron en la zona de Cabrero, lugar donde sus abuelos maternos tenían un campo. Fue ahí donde le "picó el bichito" y dio paso a lo que sería su pasión.

"Mis abuelos maternos tenían un campo en la localidad de Cabrero, y yo iba para allá y me gustaba mucho este tema y hacíamos cabalga-tas con los amigos, íbamos de vez en cuando a ver rodeos en la Medialuna de Monte Águila, que era muy importante, porque llegaban grandes jinetes, pero recién ya mayor tuve la posibilidad de poder tener los recursos para armar este tema", cuenta Hernández, quien reconoce que en ese entorno fue clave su madre, cuyo nombre usó para bautizar el criadero.

"A ella, que se llamaba Gumercinda, no le gustó mucho la idea, pero la pudimos convencer", reconoce.

"Partimos aproximadamente hace unos 15 años, básicamente por una afición mía por los caballos. Partí adquiriendo algunos vientres en un remate del Criadero Puchaura, cuando todavía este criadero era sumamente importante en la actividad. Ahí adquirimos una hija del Escrupuloso y una hija del Bellaco. Ahí partimos criando y corriendo en la casa, siempre de una manera muy deportiva. Yo en lo personal, no corro, ando de a caballo y tengo unos jinetes que participan de la competencia y ya en los últimos cuatro o cinco años hemos podido ir sacando caballos del criadero", recuerda.

Y de a poco fue creciendo, aprendiendo y sumando destacadas líneas. "En este camino uno se va haciendo de algunos amigos, adquiriendo algunas montas. Fue así como adquirí montas del Cadejo en un remate que se hizo en beneficio del Museo de la Chilenidad; mi amigo Roberto Standen también me ha prestado montas, y he comprado a lo largo de los años algunos vientres preñados", cuenta con orgullo.

"Hoy tengo crías del Espejo, del Cadejo, del Canta Gallo, y hemos ido desarrollando la línea del Colibrí a través de un potro que compramos hace unos años, el Especial, que era propiedad de Hugo Manzanares y que luego lo recuperó el Palmas de Peñaflor, criadero que ahora lo tiene en reproducción. Ahí hay una línea Colibrí bastante fuerte y debemos tener tres o cuatro crías del Especial", añade antes de referirse a cómo ha ido enfocando el tema de la morfología.

"La verdad es que hay una preocupación gran-de por la morfología. Cuando estábamos empezando, adquirimos en un remate un potrillo, que era hijo del Bonete. A nosotros nos gustó porque tenía un lindo color, y ahí cometí un error, porque lo reproduje por su buena línea sanguínea, pero morfológicamente no era de buen tipo. Con el correr de los años fuimos aprendiendo, y en eso nos sirvió mucho las actividades que organiza la Federación de Criadores, fuimos conociendo a personas que te dan consejos y uno va aprendiendo, y empezamos a modificar las líneas de nuestra criadero y empecé a buscar alternativas. Fue así como Roberto Standen me regaló un hijo del Jerarca, el Diamante, que hoy en día es el único caballo que no pertenece al criadero, y lo hemos reproducido. Asimismo hemos ido sumando algunas líneas para mejorar el tema morfológico", dice entusiasmado con la posibilidad de llegar en poco tiempo más a exposiciones.